lunes, marzo 28, 2011

"¿Pero entonces, amigo mío?....¡Jesucristo ha resucitado!" (2)











André Hovelacque (1880-1939), antropólogo y gran anatomista, hijo del famoso antropólogo Abel Hovelacque, enseñaba en la Facultad de Medicina de París, siendo Jefe del Departamento de Anatomía.


Autor prolífico, sus tratados y libros fueron "libros de cabecera" en diversas especialidades quirúrgicas, y su nombre permanece ligado al estudio de la Anatomía.


El Premio Nóbel de Medicina François Jacob describe al Prof. Hovelacque como un tipo "sorprendente" que parecía salido de un cuadro de El Greco, un anatomista que hacía ciencia descriptiva. Realizaba los dibujos anatómicos sobre la pizarra con las dos manos al tiempo y recuerda François Jacob los exámenes de Anatomía en que tirando al aire un pequeño hueso, generalmente del carpo, y recogiéndolo entre sus manos preguntaba al examinado ¿derecho o izquierdo?*.......


http://www.webofstories.com/play/14583


Traigo a colación aspectos anecdóticos de Hovelacque para indicar lo sumamente estúpida que resulta la pretensión escéptica (?) de que un experto pueda engañarse con la anatomía "pictórica" realizada por un artista medieval.


Cuando el doctor Pierre Barbet, cirujano, gran experto tanto en vivos como en muertos, daba a leer su trabajo "Les cinq plaies du Christ" a su amigo el Prof.Hovelacque, faltaban todavía muchos años para que se realizaran los primeros estudios físico-químicos directos sobre la Sábana Santa.


Pierre Barbet no tenía ninguna duda sobre su naturaleza, las pretendidas manchas de sangre que aparecían sobre la Sábana Santa eran en efecto sangre porque se habían comportado como SÓLO puede hacerlo la sangre.


Esas manchas se presentan mayoritariamente como coágulos de sangre que se han transferido desde las heridas y piel a la tela como si fueran "calcomanías".


La coagulación de la sangre es un proceso dinámico en el que participan muchos factores, en ella la sangre líquida pasa  a tener una consistencia gelatinosa produciéndose la conversión del fibrinógeno en una malla de fibrina que engloba la mayor parte de los elementos celulares y que se retrae y exprime dando lugar a un borde externo más grueso y denso, una zona interna más clara o pálida y un halo de suero o plasma en su contorno o a su alrededor.Posteriormente el coágulo más endurecido se licua, se vuelve líquido, lo que se denomina fibrinolisis.


http://es.wikipedia.org/wiki/Coagulacion


En 1902 Paul Vignon, que junto con Delage y Colson habían realizado los primeros estudios científicos sobre la Sábana, publicaba su magnífico libro "The Shroud of Christ" en el que en el capítulo dedicado al estudio de las manchas de sangre presentaba sus primeros experimentos para reproducirlas. Escribía años más tarde:


"Though I carefully supervised my experiments and used small pieces of select cloth, I could obtain only imperfect prints, failing always either by excess or by defect. Here, on the contrary, all the clots, including the serum, are rendered with photographic accuracy". Paul Vignon, "Scientific American" Marzo 1937.


Pierre Barbet realizaría asimismo un estudio completísimo de esas manchas y sus experimentos para reproducirlas. Escribía:


"En avons-nous fini avec l'étude de ces caillots ? Hélas ! nous en sommes loin et il restera toujours d'immenses difficultés à résoudre. La spectroscopie, les photographies dans toutes les zones du spectre, l'infrarouge en particulier, 1a radiographie, et tout ce que nous avons pu imaginer d'autre, puisque l'examen chimique ne semble guère possible à obtenir, toutes ces recherches nous dirons peut-être un jour qu'un cadavre couvert de plaies est resté quelques heures dans ce linceul. Rien ne nous expliquera comment il en est sorti, en laissant, intactes et belles, sur ce Linceul, l'empreinte de son corps et les traces de ces saignements. Un homme n'Y parviendrait pas avec le cadavre d'un autre, sans les abîmer". Pierre Barbet, "La Passion de Jésus-Christ selon le chirurgien".1950


Más recientemente lo harían Frederick Zugibe, Gilbert Lavoie y Carlo Brillante entre otros.


La "estructuración" tan perfecta, tan nítida y definida de los coágulos, anillos de retracción, halos de suero, que se observa en la Sábana Santa no ha podido ser reproducida experimentalmente pese a los muchos intentos realizados.


Las manchas de sangre y de suero de la Sábana Santa son IRREPRODUCIBLES y por lo tanto son INFALSIFICABLES.


El falsario, aun partiendo de un cuerpo muerto en condiciones que se aproximaran (cercanía prácticamente imposible) a las acontecidas en el Hombre de la Sábana,  NO podría haber observado las manchas de sangre con las características que se aprecian en la Sábana Santa y por lo tanto nunca habría podido reproducirlas, ni siquiera pictóricamente.


La Sábana ha estado "pegada" a las heridas y sangre y el hecho de separarla, de "despegarla" para observarla, "rompería" esa estructuración tan nítida y definida, lo que no acontece en ninguna de las centenares de manchas de sangre y de suero que muestra la reliquia.


Tan sólo desapareciendo, "esfumándose" el cuerpo de manera inexplicable podrían observarse las manchas de sangre y suero tal y como se observan en la Sábana Santa.
Y así lo entendió el Prof. André Hovelacque, hasta entonces no creyente, de una manera inmediata y le hizo exclamar "Mais alors, mon vieux?.....Jésus-Christ a resussuscité!" .
["¿Pero entonces, amigo mío?....¡Jesucristo ha resucitado!"]




Se contaba del Prof. Gómez Oliveros, que fuera Catedrático de Anatomía de la Facultad de Medicina de Madrid , cirujano y anatomista, pero sobre todo un enorme pedagogo cuyas clases concluían de manera habitual con una cerrado aplauso por parte del alumnado, que tenía la costumbre, en los exámenes de osteología, de mostrar al alumno un hueso durante muy breves segundos y solicitarle su identificación y su adscripción, derecha o izquierda si el hueso era par. No llegaba con mucho al "exceso" del Prof. Hovelacque que como relaté lo tiraba al aire.....
Un alumno, tras varios suspensos en la asignatura y agotando su última convocatoria, tras que el Prof. Gómez Oliveros le mostrara brevemente un pequeño hueso de la mano y le solicitara su identificación, se quitó con parsimonia el reloj de pulsera de la muñeca, lo lanzó al aire, lo atrapó entre sus dos manos y le preguntó a Gómez Oliveros:
-¿Qué hora es?
Al Prof. Gómez Oliveros le hizo gracia el desparpajo del alumno, le dio el hueso motivo del examen para que lo identificara, colocara en posición anatómica y lo describiera... y le aprobó la asignatura.
Coincidí años más tarde con su supuesto protagonista terminada ya la carrera, ejerciendo como médico internista, y la daba por cierta.