domingo, febrero 19, 2006

¿Un negativo fotográfico?






¿Un negativo fotográfico? . No, la Sábana Santa no es un negativo fotográfico.
Al fotografiar la Sábana, lo que hizo por vez primera Secondo Pia en 1898, observó que el negativo tiene, sorprendentemente, características "fotorealísticas" del positivo de una figura humana tal y como la conocemos.
Cuando los partidarios de la autenticidad de la Sábana se refieren a ella como un "negativo fotográfico" quieren indicar que "se comporta" como un negativo fotográfico ya que su "positivo"(el negativo al fotografiarla) presenta una enorme cantidad de información visual hasta entonces impensable e insospechada.
¿Deberían haber inventado un nombre para designar este fenómeno?. Se entiende perfectamente.
Los únicos que en puridad mantienen que la Sábana es un "negativo fotográfico", o sea:
1.- que la Sábana fue situada en la pared posterior de una "enorme" cámara oscura .
2.- que fue impregnada de una sustancia fotosensible, sulfato ó nitrato de plata.
3.- que recibió la luz, a través de una lente de cuarzo biconvexa situada en la pared anterior de esa impresionante cámara
4.- que esa luz reflejada de una figura externa actuó sobre las sales de plata, impresionando la imagen que vemos en la dicha Sábana.

..... los únicos que mantienen esto militan precisamente en el "lado" Escéptico : N. Allen, Picknett y Prince entre los más destacados (ver fotos de la entrada), haciéndolo a costa de inventar la fotografía unos cuantos siglos antes de lo que sabíamos y hasta alguno haciendo "trabajar" a Leonardo casi un siglo antes de que naciera.
Aún así sus resultados no "aguantan" ni el estudio somero.
No obstante el mayor interés de los trabajos de estos notables escépticos es que están totalmente de acuerdo en que en la confección de la imagen de la Sábana no se han utilizado pigmentos pictóricos. En eso estamos de acuerdo.

Los escépticos pro-pintura se olvidan de los escépticos pro-fotográficos y suelen referirse a la imposibilidad de que la impronta de la Sábana sea, como dicen los partidarios de su autenticidad, un negativo (amalgamando negativo y "negativo fotográfico") ya que la sangre se muestra como manchas rojas y la barba "negra" indicaría que se trataría de un anciano de barba blanca.
Dicen que ....."La confusión se ha perpetuado hasta la fecha...", entre los que creen en la autenticidad de la Sábana.
Pueden seguir creyendo tranquilamente a este respecto, pues los "confusos" son los escépticos.

a.- Las manchas rojas de sangre, o lo que fuera su equivalente, no forman parte del "negativo" y han impedido, como si fueran un escudo, que la imagen corporal se forme.
Debajo de las manchas de sangre no hay imagen corporal, no hay fibrillas amarillas. Son numerosísimas y se sitúan como y donde debieran estar desde el punto de vista anatómico y fisiopatológico. El mecanismo de formación de las manchas de sangre ha tenido que ser pues previo al de la imagen corporal.

b.- Lo que asombra cuando se ve el Sudario mismo, es la palidez y la finura de la imagen. La mejor descripción es que es de un pardo-amarillento monocromo muy puro, y que cuanto más se intenta examinarlo de cerca, más se disipa como en la bruma. No existe en la imagen del Hombre de la Sábana ninguna barba "negra".
Con la excepción de las manchas de sangre, las manchas de agua y las de las zonas quemadas, toda la Sábana es monocroma, es decir del mismo color, un amarillo parduzco, tanto en las zonas con imagen corporal como en las zonas sin imagen corporal .
La imagen resulta de la diferente concentración de fibrillas amarillas, no de que las fibrillas sean más o menos oscuras.
Walter McCrone sobre un conteo total de más de 8000 fibras, en cintas obtenidas de áreas con y sin imagen encontró que hay de un 10 a un 20% (promedio, 19%) de fibras amarillas en las áreas sin imagen y de un 29 a un 72% (promedio, 46%) de fibras amarillas en las áreas con imagen.
No hay barba "negra".
Los escépticos han pretendido equiparar un color "negro" , inexistente, a un color pardo- amarillento para así poder convertir una barba entrecana en una barba blanca, que además pretenden que sea de un anciano.
El Hombre de la Sábana es un adulto maduro con barba entrecana, pero si hubiera sido totalmente blanca, que no lo es, ello no hubiera supuesto que fuera un anciano.
Tanto de manera fisiológica como patológica, una edad mediana es compatible con el pelo blanco.
En la raza blanca las canas surgen a la edad de 34 +/- 9 años, y a los 50 años el 50% de la población tienen por lo menos un 50% de pelo canoso. Los pelos de la barba y del bigote suelen encanecerse antes que el cabello o el vello corporal.
Pero además es que el encanecimiento de comienzo rápido, aún de la noche a la mañana, ha impresionado al mundo literario y médico durante siglos.
Algunos de los ejemplos históricos son Tomas Moro y María Antonieta, reina de Francia (que subió a la guillotina con el cabello blanqueado durante la noche anterior a su ejecución).

[Relata Victor Hugo en "Los Miserables", Libro séptimo, capítulo 5.:

- "Era él. Estaba muy pálido y temblaba ligeramente. Sus cabellos, grises aún cuando llegó a Arras, se habían vuelto completamente blancos. Había encanecido en una hora".

Y referido al mismo personaje, poco después en el inicio del Libro octavo :

"Por Dios, señor Magdalena! -exclamó la religiosa-. ¿Qué os ha sucedido? Tenéis el pelo enteramente blanco. -¿Blanco? -dijo él."]

lunes, febrero 13, 2006

Traducción Latín-Francés del Memorandum




El denominado pomposamente Memorandum D´Arcis es un documento "pseudo-histórico", no está fechado, no está firmado y no está sellado.
El canónigo Uliysse Chevalier "quiso" datarlo en 1389, pero su contenido en lo referente a lo acontecido 34 años atrás y protagonizado por uno de sus predecesores, el obispo Henri de Poitiers, "choca frontalmente" con un documento histórico que, al contrario del memorandum, sí está fechado y sí esta firmado, la carta del propio obispo Henri de Poitiers de 28 de mayo de 1356 aprobando con su "asentimiento, autoridad y decisión" el culto en Lirey estando "bien informado por legítimos documentos".

Esta traducción al francés desde el documento original así como la fotografía del mismo se debe a Bonnet-Eymard.
En ella aparece el encabezamiento o título del escrito, omitido de manera habitual, que clarifica su carácter de borrador ( lo pongo en color distinto).
En la fotografía, que al clickear se agranda, se aprecia perfectamente este encabezamiento, así como que el documento está escrito sobre papel y no sobre pergamino como indicaba Chevalier para darle una mayor "prestancia".

Traducción al francés desde el documento original por Bonnet-Eymard :

Vérité sur le linge de Lirey qui, après avoir été longtemps exposé à une époque antérieure, vient de l'être derechef, au sujet duquel j'entends écrire à notre seigneur pape dans les termes qui suivent et aussi brièvement que possible.

Spontanément aux pieds de Sa Sainteté pour les baiser dévotement avec toute la promptitude de l'obéissance requise. Très Saint Père, puisque les causes majeures, celles surtout où il s'agit du péril des âmes et dans lesquelles l'opposition de puissances supérieures rend malaisée l'application des mesures nécessaires, doivent être soumises au Saint - Siège apostolique, dont la prévoyance attentive prend toujours les dispositions les plus utiles à la gloire de Dieu et au salut de ses sujets, à ces motifs, je viens porter à la connaissance de Votre Sainteté un fait gros de dangers et pernicieux par l'exemple qu'il donne, qui s'est produit naguère dans le diocèse de Troyes, afin que par la prudence de Votre Sainteté, qui, avec sollicitude, ne cesse de veiller au bien de ses sujets et de les préserver des périls, il y soit porté un prompt remède, pour la gloire de Dieu, l'honneur de l'Église et le salut de ses sujets.
Il y a quelque temps, en effet, Très Saint Père, dans le diocèse de Troyes, le doyen d'une église collégiale, celle de Lirey, brûlant d'avarice et de cupidité, usa de procédés iniques et dolosifs pour posséder dans son église, par motif de lucre, non de dévotion, un linge artificieusement peint sur lequel avait été délicatement représentée la double effigie d'un même homme, de face et de dos. Il soutenait faussement et feignait de croire que c'était le Suaire même avec lequel notre Sauveur Jésus-Christ avait été enveloppé dans le sépulcre et sur lequel l'image entière de ce même Sauveur, avec les blessures qu'il avait reçues, était restée imprimée de cette façon; loin de se limiter au royaume de France, cela fut répandu pour ainsi dire dans le monde entier, tellement que, de tous les points de l'univers, les peuples affluaient en masse. Pour séduire ces multitudes et leur extorquer leur or par astuce, on forgeait là des miracles en faisant mentir certains individus payés à cet effet: ils feignaient d'avoir été guéris lors d'une ostension dudit suaire, que la croyance universelle attribuait au Seigneur. Ce que voyant, Mgr Henri de Poitiers, d'heureuse mémoire, alors évêque de Troyes, persuadé par nombre de sages conseillers qu'il convenait d'intervenir, tout autant d'ailleurs qu'il lui incombait selon le devoir de sa juridiction ordinaire, mit tous ses soins à rechercher la vérité dans cette affaire: bien des théologiens et d'autres personnes avisées affirmaient que " cet objet " ne pouvait être véritablement le Suaire du Seigneur qui porterait imprimée l'effigie du Sauveur lui-même, puisque le saint Évangile ne faisait nulle mention de semblable impression, puisque enfin, à supposer que cela fût vrai, il n'est pas vraisemblable que les saints Évangélistes l'eussent passé sous silence ou omis, ni qu'on l'eût tenu secret ou dissimulé jusqu'à notre époque. Finalement, après avoir sur " cet objet " mené adroite et diligente enquête, il en vint à découvrir la fraude et comment ce fameux linge avait été peint par un procédé artistique; qui plus est, il fut prouvé, grâce à un artiste qui l'avait reproduit, qu'il avait été fait de main d'homme, et non confectionné ou accordé miraculeusement. C'est ce qui le détermina, après avoir longuement consulté maints théologiens et juristes compétents et s'être convaincu qu'il ne devait ni ne pouvait admettre pareille affaire ni faire semblant d'y donner son crédit, à engager selon les devoirs de sa charge une procédure contre le susdit doyen et ses complices afin d'extirper la susdite tromperie. Ceux-là, quand ils virent leur ruse percée à jour, firent disparaître et recelèrent ledit linge pour qu'il échappât aux investigations de l'ordinaire; depuis, ils ne l'ont plus sorti de sa cachette pendant trente-quatre ans, ou à peu près, jusqu'à cette année.
Or, à ce qu'on dit, voici qu'à présent l'actuel doyen de ladite église, dans l'intention frauduleuse d'y trouver profit!' vient de suggérer au sire Geoffroy de Charny, chevalier et seigneur temporel du lieu, de faire replacer ledit linge dans là susdite église afin que, les pèlerinages reprenant leur cours, celle-ci s'enrichit d'abondants revenus. Poussé par ledit doyen, qui marche sur les traces de son prédécesseur, ce chevalier se rendit auprès de Mgr le cardinal de Thury, nonce et légat de Votre Sainteté en France. Se gardant bien de rappeler qu'à l'époque évoquée plus haut, on donnait ledit linge pour le Suaire du Sauveur dont il aurait gardé l'empreinte, que l'ordinaire avait engagé une poursuite contre pareil désordre, tâchant d'extirper l'erreur à laquelle il donnait jour, qu'enfin, par crainte du même ordinaire, on avait fait disparaître ledit linge, qu'on l'avait même, assure-t-on, emporté hors du diocèse, le chevalier insinua au seigneur cardinal déjà nommé que ledit linge était une représentation ou image du Suaire, à laquelle la dévotion conduisait les multitudes, qu'en d'autres temps, déjà, il avait été l'objet, dans ladite église, d'une extrême vénération et avait reçu les hommages assidus de la plus vive piété, mais que, à cause des guerres qui ravageaient le royaume et pour d'autres raisons encore et, ajoutait-il, par mandement de l'ordinaire du lieu, il avait été pendant longtemps placé et conservé sous meilleure garde; il priait instamment qu'on lui donnât licence de placer dans ladite église ladite représentation ou image du Suaire, vers laquelle la dévotion portait les foules désireuses de la contempler, afin qu'on pût la produire et en faire l'ostension devant le peuple et qu'il fût loisible aux fidèles de la vénérer. Le seigneur cardinal ne donna pas une totale approbation à la requête, mais vraisemblablement de propos délibéré et avec la prudence requise, il concéda au requérant, par l'autorité apostolique, la faculté de placer et disposer cette représentation ou image du Suaire du Seigneur dans ladite église ou en quelque autre endroit convenable, sans avoir à demander l'autorisation à l'ordinaire du lieu ni à quiconque.
Prenant prétexte de cette lettre, l'on sortit et présenta au peuple, dans ladite église, ledit suaire, souvent lors de cérémonies et de fêtes, et parfois ouvertement, avec la plus grande solennité, plus grande même qu'on en use en cet endroit pour exposer le Corps de Notre- Seigneur Jésus-Christ: sur une estrade spécialement édifiée pour ce seul usage, au milieu des flambeaux allumés, deux prêtres revêtus de l'aube, portant l'étole et le manipule, présentent le suaire avec toute la révérence possible. On peut bien, en public, ne point affirmer qu'il s'agisse du vrai Suaire du Christ, en privé toutefois on l'affirme, on le prêche, et beaucoup le croient tel; d'autant, surtout, qu'il fut un temps où, comme il est déclaré plus haut, on disait que c'était le vrai Suaire du Christ, et qu'à présent, par un artifice de langage en usage dans ladite église, on ne l'appelle plus Sudarium mais Sanctuarium [Relique], ce qui sonne identiquement aux oreilles du peuple, qui ne fait point de telles distinctions; aussi y accourt-il en foule chaque fois qu'on fait l'ostension ou qu'on espère qu'elle sera faite, croyant, je dirais plus justement, s'imaginant par erreur que c'est le vrai Suaire; enfin, le bruit court parmi le public que ce culte a reçu l'approbation du Siège apostolique par le moyen de la lettre du. sus nommé seigneur cardinal.
Ce n'est pas tout, Très Saint Père: voyant que dans le peuple se renouvelait un si grand scandale et qu'une telle tromperie reprenait vigueur, pour le péril et la séduction des âmes, observant aussi que le doyen de ladite église ne s'était pas tenu aux termes de la lettre du seigneur cardinal, lettre qu'il avait pourtant obtenue, comme déclaré ci-dessus, en taisant le vrai et en suggérant le faux, je résolus de prévenir, autant que faire se pouvait, les dangers qui menaçaient les âmes, d'ôter et d'extirper du troupeau confié à mes soins une erreur si détestable. Conseil longuement pris encore sur cette question auprès de maints personnages compétents, j'interdis audit doyen, sous peine d'excommunication portée contre sa personne, de faire paraître et d'exposer ledit suaire devant le peuple aussi longtemps que de nouvelles dispositions n'auraient pas été prises à ce sujet. Or, refusant d'obéir, il se porta en appel et, au mépris de l'interdiction, continua les ostensions comme auparavant; qui plus est, le chevalier en personne apporta son soutien et sa protection en cette affaire, tenant de ses propres mains ledit linge lors d'une fête solennelle et le présentant publiquement aux fidèles avec toute la solennité que nous avons dite; il s'est fait, grâce à une sauvegarde du roi, mettre en possession et saisine pour exercer le droit d'exposer ce linge, et il m'a fait signifier cette sauvegarde.
Ainsi, sous le couvert tant du pourvoi que de ladite sauvegarde, cette funeste erreur est protégée, elle s'établit, elle prévaut, cause de mépris pour l'Église, de scandale pour le peuple, de danger pour les âmes, contre quoi, du fait des opposants susnommés, je ne puis prendre de mesures; c'est aussi l'opprobre jeté sur mon prédécesseur déjà nommé qui, de son temps, avait poursuivi ces agissements, sur moi enfin qui, désirant à mon tour, après examen, prendre, selon qu'il m'est imparti, les mesures que requièrent de tels agissements, les vois - oh douleur! - protégés, soutenus. Bien plus, ceux qui les soutiennent font répandre dans le peuple le bruit que c'est l'envie, ou bien la cupidité, l'avarice, le désir de posséder ce linge qui m'animent à les poursuivre, soupçons que jadis on fit peser aussi sur mon prédécesseur susnommé, tandis que d'autres répètent que mon action est trop modérée et que je m'exposerais à faire rire de moi si je tolérais plus longtemps ce scandale.
J'eus beau faire sommer et requérir instamment, mais avec humilité, ledit chevalier de mettre fin momentanément et de surseoir aux ostensions dudit linge, le temps que Votre Sainteté fût consultée là-dessus et qu'elle prit une décision, bien loin d'en avoir cure, il fit exposer, à mon insu, à Votre Sainteté ce qu'il avait exposé audit seigneur cardinal, ajoutant que, refusant de me conformer à la lettre de celui-ci et même faisant fi de l'appel, je ne suspendais ni les interdictions ni les sentences d'excommunication portées contre ceux qui exposaient ce linge et contre les foules qui se pressaient en ces lieux pour le vénérer. Seulement, avec tout le respect dû au requérant, je ferai remarquer qu'en procédant contre les personnes qui exposent ce linge de la manière susdite et contre ceux qui le vénèrent, je n'ai nullement cherché à infirmer la lettre du susnommé seigneur cardinal, encore qu'elle eût été obtenue par surprise: le prélat n'y avait en aucune façon concédé la faculté de le montrer aux fidèles, encore moins de le vénérer, tout au plus celle de le replacer et serrer dans ladite église ou ailleurs, en quelque endroit convenable. Vu qu'ils ne s'étaient pas limités aux autorisations du susnommé seigneur cardinal, j'ai procédé contre ces personnes suivant le droit ordinaire, non sans avoir beaucoup consulté, et selon qu'il incombe à ma charge, afin d'ôter le scandale et d'extirper pareille tromperie, pensant qu'il y aurait pour moi faute grave à passer sur de telles pratiques en fermant les yeux.
Toutefois, songeant aussi à moi-même en cette affaire, fort, toujours, du conseil de gens éclairés, je me vis contraint d'avoir recours, malgré tout, à l'appui du bras séculier, attendu surtout que le chevalier avait lui-même entrepris de remettre sa cause aux mains du pouvoir séculier en se faisant mettre en possession et saisine, comme nous l'avons relaté plus haut, par ladite sauvegarde royale, pour exercer le droit d'exposer et de montrer au peuple ledit linge, ce qui semble pour le moins incongru. Je me suis donc employé à remettre ce linge au pouvoir royal, toujours dans l'unique dessein de faire surseoir à la susdite ostension, au moins le temps que j'instruisisse Votre Sainteté de l'enchaînement des faits; on me l'accorda volontiers et sans la moindre difficulté, la cour du Parlement royal dans son ensemble étant parfaitement informée de l'invention superstitieuse de ce suaire et de l'abus qu'on en fait, ainsi que de la tromperie et du scandale dont nous avons déjà parlé. Ils sont unanimes à s'étonner,. sachant le fond des choses, que ce soit l'Église qui m'empêche dans une telle poursuite, quand elle devrait me soutenir avec vigueur, que dis-je? me châtier avec sévérité si je m'y montrais négligent ou indifférent.
Toutefois, le chevalier susnommé me devançant et exposant les faits marqués plus haut tels qu'on les explique, finit par rapporter d'auprès de .votre Sainteté une lettre par laquelle - à ce qu'on raconte en effet -, confirmation faite en connaissance de cause de la lettre du susnommé cardinal, il est accordé audit chevalier, nonobstant toutes les interdictions et tous les appels, licence de produire et d'exposer ledit linge devant le peuple et de l'offrir à la vénération des fidèles, cela en m'imposant un silence perpétuel, si j'en crois ce qu'on m'en dit, car je n'ai pu obtenir copie de cette lettre. Les canons, pourtant, ne me prescrivent-ils pas d'empêcher qu'on abuse les gens pour un motif de lucre, au moyen d'images diverses ou de faux documents? Or je n'ai point de doute là-dessus: ce ne fut qu'en suggérant le faux et en passant sous silence la vérité qu'on a pu se faire donner une telle lettre, qu'on n'eût pas obtenue autrement; je n'ai été ni appelé ni entendu. Surtout - ne doit-on pas le présumer en ma faveur? - aurais-je pu vouloir sans motif mettre un terme à cette affaire ou troubler en quelque façon les gens dans une dévotion juste et bien réglée? J'ai la ferme confiance que Votre Sainteté souffrira, dans sa bienveillance, que je continue à m'opposer à ladite ostension, vu les faits ci-dessus mentionnés, jusqu'à ce que je tienne de Votre Sainteté elle-même, plus amplement informée des faits véritables, d'autres instructions.
Daigne donc Votre Sainteté, Très Saint Père, considérer avec attention les faits que je lui ai exposés et prendre à leur sujet des mesures telles qu'une supercherie et un scandale de cette sorte, une superstition aussi abominable dans son fond que dans sa forme, soient, par la prévoyance de Votre Sainteté, extirpés jusqu'à la racine: c'est-à-dire qu'on ne montre plus ce linge aux fidèles, à plus forte raison qu'il ne soit plus vénéré ni comme le Suaire, ni comme une relique [sanctuarium], ni comme une représentation ou image du Suaire du Seigneur (puisque le Suaire du Seigneur n'était pas ainsi), ni sous quelque autre dénomination ou de quelque façon qu'on veuille imaginer; qu'au contraire, après avoir révoqué, ou, plus justement, déclaré nulle la lettre obtenue subrepticement et dont il a été fait mention plus haut, condamnation publique soit portée dudit linge en signe de réprobation de cette superstition, de peur que les pouvoirs rivaux, persécuteurs de l'Église et les envieux détracteurs du gouvernement ecclésiastique, dans leurs injures irrévérencieuses, ne viennent à dire que l'on trouve dans les tribunaux séculiers un remède plus prompt et plus salutaire contre les scandales et les supercheries que dans les tribunaux de l'Église. En fait, je me tiens prêt, ici, à donner incontinent les éclaircissements suffisants et indubitables, par voix publique et autrement, sur tout ce que j'ai avancé plus haut, afin de me justifier et de décharger ma conscience au sujet de cette affaire qui me tient fort à cœur; j'ajoute que, n'était ma mauvaise santé, je serais venu spécialement en personne exposer mes griefs, comme il convient, devant Votre Sainteté, considérant que je ne puis par écrit exprimer entièrement et bien suffisamment la gravité du scandale, le déshonneur encouru par l'Église et la juridiction ecclésiastique, ainsi que le péril où sont exposées les âmes. Je fais toutefois mon possible pour mériter d'être excusé, principalement devant Dieu, laissant le reste à la décision de Votre Sainteté, à qui daigne le Tout- Puissant conserver prospérité et longue vie pour l'avantage et les besoins du gouvernement de son Église sainte. Écrit...

Traducción Latin-Inglés del Memorandum

Esta traducción es la "habitual" entre escépticos y sindonólogos (recogida por Ian Wilson) y en ella no se recoge el encabezamiento que se aprecia en la fotografía del documento original que lo califica claramente como borrador.
Falta también un pequeño preámbulo.

Traducción del Latín al inglés de Herbert Thurston:

"The case, Holy Father, stands thus. Some time since in this diocese of Troyes the Dean of a certain collegiate church, to wit, that of Lirey, falsely and deceitfully, being consumed with the passion of avarice, and not from any motive of devotion but only of gain, procured for his church a certain cloth cunningly painted, upon which by a clever sleight of hand was depicted the twofold image of one man, that is to say, the back and the front, he falsely declaring and pretending that this was the actual shroud in which our Savior Jesus Christ was enfolded in the tomb, and upon which the whole likeness of the Savior had remained thus impressed with the wounds which he bore.
This story was put about not only in the kingdom of France, but so to speak, throughout the world, so that from all parts people came together to view it. And further to attract the multitude so that money might cunningly be wrung from them, pretended miracles were worked, certain men being hired to represent themselves as healed at the moment of the exhibition of the shroud, which all believed to be the shroud of our Lord.
The Lord Henry of Poitiers, of pious memory, then Bishop of Troyes, becoming aware of this, and urged by many prudent persons to take action, as indeed was his duty in the exercise of his ordinary jurisdiction, set himself earnestly to work to fathom the truth of this matter. For many theologians and other wise persons declared that this could not be the real shroud of our Lord having the Savior’s likeness thus imprinted upon it, since the holy Gospel made no mention of any such imprint, while, if it had been true, it was quite unlikely that the holy Evangelists would have omitted to record it, or that the fact should have remained hidden until the present time.
Eventually, after diligent inquiry and examination, he discovered the fraud and how the said cloth had been cunningly painted, the truth being attested by the artist who had painted it, to wit, that it was a work of human skill and not miraculously wrought or bestowed. Accordingly, after taking mature counsel with wise theologians and men of the law, seeing that he neither ought nor could allow the matter to pass, he began to institute formal proceedings against the said Dean and his accomplices in order to root out this false persuasion.
They, seeing their wickedness discovered, hid away the said cloth so that the Ordinary could not find it, and they kept it hidden afterwards for thirty-four years or thereabouts down to the present year. And now again the present Dean of the said church with fraudulent intent and for the purpose of gain, suggested, as it is reported, to the Lord Geoffrey de Charny, Knight, and the temporal lord of the place, to have the said cloth replaced in the said church, that by a renewal of the pilgrimage the church might be enriched with the offerings made by the faithful.
Acting upon the Dean’s suggestion, who was thus treading in the footsteps of his predecessor, the Knight went to the Cardinal de Thury, your Holiness’ Nuncio and Legate in French territory, and suppressing the facts that the said cloth at the time above referred to was asserted to be the shroud of our Savior, and that it bore the Savior’s likeness imprinted upon it, and that the Ordinary had taken action against the canons in order to stamp out the error which had arisen, and that the said cloth for fear of the Ordinary had been hidden away, nay even, it is said, conveyed out of the diocese, he represented to the Cardinal that the said cloth was a picture or figure of the shroud, which many people came to visit out of devotion and which had previously been much venerated and resorted to in that church, but on account of the war and other causes, by the command of the Ordinary, had been placed for a long time in safer keeping, petitioning that he might be allowed to set up in the said church this picture or figure of the shroud which so many out of devotion desired to see, so that it might there be shown to the people and venerated by the faithful.
Then the said Lord Cardinal, without entirely approving the petition, but probably acting on the facts before him and so far prudently, granted to the petitioner by Apostolic authority that without asking leave of the Ordinary or of any other person he might set up this picture or figure of the shroud of our Lord in the said church or in any other decent place.
And under cover of this written authority the cloth was openly exhibited and shown to the people in the church aforesaid on great holidays, and frequently on feasts and at other times, with the utmost solemnity, even more than when the Body of Christ our Lord is exposed; to wit, by two priests vested in albs with stoles and maniples and using the greatest possible reverence, with lighted torches and upon a lofty platform constructed for this special purpose; and although it is not publicly stated to be the true shroud of Christ, nevertheless this is given out and noised abroad in private, and so it is believed by many, the more so, because, as stated above, it was on the previous occasion declared to be the true shroud of Christ, and by a certain ingenious manner of speech it is now in the said church styled not the sudarium but the sanctuarium,2 which to the ears of the common folk, who are not keen to observe distinctions sounds much the same thing, and crowds of people resort there as often as it is shown or is expected to be shown, under the belief, or more truly the delusion, that it is the true shroud. Moreover, it is currently reported amongst them that it has been approved by the Apostolic See by means of the letters of the said Lord Cardinal.
Accordingly, most Holy Father, perceiving this great scandal renewed amongst the people and the delusion growing to the peril of souls, observing also that the Dean of the said church did not keep within the terms of the Cardinal’s letters, obtained though they were by the suppression of the truth and the suggestion of what is false, as already explained, desiring to meet the danger as well as I could and to root out this false persuasion from the flock committed to me, after consultation with many prudent advisers, I prohibited the said Dean under pain of excommunication, by the very act sufficiently published [eo ipso latae], from exhibiting this cloth to the people until otherwise might be determined.
He, however, refusing obedience and lodging an appeal, in defiance of the prohibition went on with the exhibition as before. Moreover, the knight, maintaining and defending this behavior, by holding the said cloth with his own hands on a certain solemn feast, and showing it to the people with the observances above described, caused himself, by a royal warrant [salvagardia], to be put in formal possession and occupation of the said cloth and of the right of exhibiting it, and had this notified to me; and so under cover of the appeal as well as of the said royal warrant this delusion is shielded and propagated, to the contempt of the Church, scandal of the people, and peril of souls—all of which I am powerless to remedy—nay more, to the defamation of my above-named predecessor who denounced the abuse in his time, and of myself who to the best of my poor ability am also anxious to take such prudent action as I may.
But, alas! The scandal is upheld and defended and its supporters cause it to be spread abroad among the people that I am acting through jealousy and cupidity and to obtain possession of the cloth for myself, just as similar reports were circulated before against my predecessor; while, on the other hand, others aver that I move too half-heartedly in the matter and that I make myself a laughing-stock by allowing the abuse to continue.
But though I have earnestly and humbly cited the said knight and besought him that he would for a time suspend the exhibition of the cloth until your Holiness could be consulted and should pronounce upon the matter, he paid no attention, or rather without my knowledge he had representations made to your Holiness in the same sense as those already made to the said Lord Cardinal, adding that I refused to defer to the said Cardinal’s letters, that I disregarded the appeal and went on launching inhibitions and sentences of excommunication against those who exhibited the cloth and against the people who came to venerate it.
But with all deference to the author of these representations, my action in thus proceeding against those who exhibited and venerated the cloth was in no wise derogatory to the said Lord Cardinal’s letters, obtained though they were surreptitiously. This authorization of his by no means conceded that the cloth could be exposed with publicity or venerated, but only that it might be restored to or lodged in the said church or some other decent place.
And because they would not keep to the terms of the Cardinal’s permit therefore it was that I proceeded against them according to the ordinary forms of law, as in my duty I am bound, and not without much asking of counsel, with the view of removing the scandal and the said popular delusion, believing that I should be gravely in fault if I connived at such abuses. Moreover, having to look to my own security in this matter, I was compelled, acting always upon the advice of prudent counselors, to have recourse to the aid of the secular arm, and this more particularly because the said knight in the first instance had begun to place the matter in the hands of the civil authorities by causing himself to be put in formal possession of the right of exhibiting the cloth by the King’s warrant, as said above, which seems a sufficiently absurd proceeding.
Accordingly I took measures to have the cloth placed in the custody of the King’s officers, always with the same end in view, viz., that at least until I could bring the whole story to the notice of your Holiness there might for the time being be an end of these exhibitions. And in this request I prevailed without any difficulty with the court of the King’s Parliament when once they were fully info rmed of the superstitious origin of this shroud, of the use to which it was put, and of the delusion and scandal to which I have called attention. Indeed it is a wonder to all who know the facts of the case that the opposition which hampers me in these proceedings comes from the Church, from which quarter I should have looked for vigorous support, nay, rather have expected punishment if I had shown myself slothful or remiss.
However, the knight above mentioned has been beforehand with me, and, having represented the matter as I have explained, has obtained from your Holiness a Brief in which the said Lord Cardinal’s letters are substantially confirmed ex certa scientia and permission is granted that in spite of all prohibitions and appeals, the said cloth may be shown and exposed for the veneration of the faithful; while, as I hear— for I have not been able to procure a copy of the said Brief--perpetual silence is enjoined upon myself.
But whereas the canon law requires me to see that no man be imposed upon by false representations and documents for purposes of gain, and because I am certain that this Brief was obtained by suggestion of what is false and suppression of the truth, and that otherwise it would never have been issued, while I was neither cited nor heard, especially as the resumption ought to stand in my favor that I would not interfere in such a cause without reason, or disturb any man in any practice of devotion which was harmless and free from extravagance, I do most confidently trust that your Holiness will bear with me if in view of the foregoing facts I still oppose the said exposition until I have fuller instructions from your Holiness yourself, now better informed of the truth of the case.
I would ask you then, most blessed Father, to vouchsafe to bestow your attention upon the foregoing statement and to take measures that such scandal and delusion and abominable superstition may be put an end to both in fact and seeming, in such wise that this cloth be held neither for sudarium nor sanctuarium, nor for an image or figure of our Lord’s sudarium, since our Lord’s sudarium was nothing of the kind, nor, in fine, under any other ingenious pretext be exhibited to the people or exposed for veneration, but that to express horror of superstition it be publicly condemned, the surreptitious letters above spoken of being recalled, or more truly declared null and void [for fear that the keen-eyed persecutors and detractors of the Church should rail at the Church’s discipline and say that a more prompt and efficacious remedy against scandals and impostures is found in the secular tribunals than in those of ecclesiastical authority].3
I offer myself here as ready to supply all information sufficient to remove any doubt concerning the facts alleged both from public report and otherwise, in order to exonerate myself and also to discharge my conscience in a matter which I have greatly at heart. Moreover, if health had allowed I should have presented myself personally to your
Holiness to state my complaint to the best of my poor ability, for I am convinced that I cannot fully or sufficiently express in writing the grievous nature of the scandal, the contempt brought upon the Church and ecclesiastical jurisdiction, and the danger to souls; still I do what I can, chiefly that I may be guiltless before God, leaving all else to the disposition of your Holiness, whom may the Almighty long preserve, &c."

1Rev. Herbert Thurston, trans., “The Holy Shroud and the Verdict of History,” The Month, CI (1903): 17-29. See also Appendix B of Ian Wilson, The Shroud of Turin: The Burial Cloth of Jesus Christ? Revised ed., (Garden City, NY: Image Books, 1979): 266-272. The D’Arcis Memorandum. (Bibliothèque Nationale, Collection de Champagne, v. 154, folio 138, Paris.)

2 The words sudarium and sanctuarium in the Latin hardly indicate the ingenious assonance which the writer evidently intended to denounce as a deliberate deception of the people and which local pronunciation may possibly have assisted. Formerly the cloth had been called the Saint Suaire; now this was not said, but it was styled the sanctuaire. The word sanctuarium was one which seems to have been applied to any relic or object of pious veneration, in fact its most common signification was simply “relic.”

3 The words in brackets, though they appear in the Bishop’s own draft, would probably not have been retained in the copy sent to the Pope, as they are marked Vacat.

El memorandum D´Arcis



El llamado Memorandum D´Arcis, documento "pseudo-histórico", es otro de los tres grandes dogmas de Fe de los Escépticos.
Y digo "pseudo-histórico" por que el citado documento no está fechado, no está firmado y no está sellado.
Es habitual que los Escépticos no hayan estudiado y ni siquiera leído este famoso documento. Siguen a "pies juntilla" el camino que les marcan los falsarios.
Al obispo Pierre D´Arcis, detractor de la reliquia se le había impuesto "silencio perpetuo" y los Escépticos pretenden que el borrador de carta a él atribuido, el memorandum, sea en efecto una carta envíada al Papa Clemente VII en 1389 y además, en un patético acto de Fe, pretenden que el contenido de ese borrador sea la verdad absoluta de los hechos que narra.

Ni siquiera la incongruencia de la fechas, tal como se pone de manifiesto, debilita su posición dogmática.¡No saben restar!. En él, el supuesto como obispo Pierre D´Arcis, narra que el predecesor de su predecesor, el obispo Henri de Poitiers había descubierto 34 años atrás que la Sábana era un fraude y había prohibido su ostensión por lo que los monjes de Lirey la habían mantenido escondida hasta prácticamente la fecha en que se escribe este documento, motivado por que recientemente los monjes habían vuelto a exponerla a la veneración de los fieles.

El documento D`Arcis, que "se dice" ser de 1389 relata pues que : ".....Contra el antedicho decano y sus cómplices con el fin de extirpar al antedicho engaño. Ésos, cuando vieron su astucia calada de parte a parte, eliminaron y ocultaron la susodicha sábana para que escapara a las investigaciones del ordinario; después, no la sacaron más de su escondite durante treinta y cuatro años, o más o menos, hasta este año.....".

Extraigo del blog de un conocido escéptico, seguidor del falsario Broch, el siguiente comentario que es "generalizado" en las páginas escépticas:
" Una vez levantada Nuestra Señora de Lirey en 1357, los monjes encargados de la custodia de la sábana observaron que ésta atraía gran cantidad de peregrinos y, mediante la venta de todo tipo de recuerdos, convirtieron el supuesto sudario de Cristo en un gran negocio".

¿Haría falta el recordar que si a 1389 le restamos 34 años nos referimos al año1355? .
¿Se da cuenta de lo que está narrando?. Si el Memorandum es de 1389 y en él se dice que 34 años antes el obispo Henri de Poitiers había hecho públicos sus recelos por lo que los monjes escondieron la reliquia durante esos 34 años ¿cómo podían los monjes atraer a los peregrinos, no sólo del reino de Francia sino de todo el mundo, como cuenta el documento, vender recuerdos y convertir la Sábana en un buen negocio a partir de 1357 , cuando tuvieron la reliquia escondida desde 1355 hasta 1389....?.

Los Escéptico eluden además citar el título o encabezado del documento pomposamente llamado Memorandum d´Arcis, que es el siguiente: "La verdad sobre la sábana de Lirey que, después de haber sido expuesta mucho tiempo en una época anterior, viene a ser de nuevo, respecto a lo cual pienso escribirle a nuestro señor Papa en los términos que siguen y tan brevemente como sea posible". (Paris, Bibliothèque nationale, Collection de Çhampagne, v. 154, fol. 138).

Los Escépticos nunca mencionan otro documento que, por el contrario del memorandum, sí está fechado y sí esta firmado, la carta del propio obispo Henri de Poitiers de 28 de mayo de 1356 aprobando con su "asentimiento, autoridad y decisión" el culto en Lirey estando "bien informado por legítimos documentos":
« Universis presentes litteras inspecturis Henricus Dei et Apostolicœ sedis gratia electus confirrnatus Trecensis salutem in Domino sempitemam. Noveritis quod nos visis et auditis litteris nobilis viri D. Gauffridi de Chameyo Domini de Sauuosyo et de Lireyo militis, in quibus et per quas hœ nostre presentes littere sunt annexœ , ac earum tenore attento diligenter, attentis etiam devotione et affectu dicti militis, quoserga divinum cultum hactenus habuit et habet de die in diem. Volentesque huiusmodi cultum in quantum possumus ampliare divinum, dictas litteras ac omnia et singulain eisdem contenta, declarata, et narrata tamquam rite et canonice prout per legitima documenta fuimus et sumus inforrnati, acta dataque et concessa ac etiam ordinata fuisse, laudamus, ratificamus, approbamus, ac in et super eisdem nostrum prebemus consensum, auctoritatem et decretum. ln cujus rei testimonium sigillum nostrum litteris presentibus ad perpetuam rei memoriam duximus apponendum. Datum et actum in domo nostra de aquis nostrre diœcesis, Anno Domini 1356, die sabbati 28. Mensis maii.» (Archives de l'Aube, 1 17. Nicolas Camuzat, Promptuarium, f° 422 v°.

Ni mencionan que el 5 de Junio de 1357 doce obispos consignaron una concesión de indulgencias a los peregrinos de Lirey. ¡Los 34 años de "reliquia escondida" hasta 1389 del memorandum D`Arcis son imposibles!. El documento oculta, falsea y manipula los hechos.

Ulysse Chevalier, indiscutido por los Escépticos, que fue canónigo de profesión y falsario de intención, ocultó, falseó y manipuló la información:
1.-Publicitó el anónimo memorandum, exhumado tiempo atrás por Lalore, para contrarrestar el efecto que tuvo el asombroso hallazgo de Secondo Pía al fotografiar por vez primera la Sábana Santa y encontrar que el negativo fotográfico mostraba una enorme cantidad de información visual hasta entonces insospechada.
2.- Chevalier no citó siquiera la existencia de esta carta del obispo Henri de Poitiers que al estar fechada en 1356 "rompía" su hipótesis.
3.- Chevalier dató el anónimo memorandum como escrito a finales de 1389 lo que era incompatible con los "34 años que llevaba escondida la reliquia por los monjes" ( por ello ocultó la existencia de la carta anterior fechada en 1356).
4.- Chevalier para magnificar el documento habló de « la double copie sur parchemin conservée dans le volume 154 de la collection de Champagne constitue la minute originale ». No existe ningún "parchemin" (pergamino) pues el documento está escrito sobre papel.
5.- Chevalier tradujo el documento de una manera, cuanto menos, discutible .

El texto del memorandum está escrito en un latín "hiperbólico" que ciertamente dificulta la traducción literal y puede facilitar la manipulación. La traducción inglesa que utilizan casi por igual escépticos y sindonólogos es la del Rev. Herbert Thurston de 1903, que recoge Ian Wilson, y es una traducción que no recoge ni el encabezamiento del documento (con lo que se hace clara la manipulación del documento pues el contenido del encabezamiento indica claramente su carácter de borrador) ni el preámbulo. La traducción francesa de Bonnet-Eymard, directa desde el original, sí que recoge el encabezamiento y el preámbulo.

Las dos traducciones difieren notablemente en la interpretación del hecho sobre el que gira la polémica existencia de un falsario medieval. El "asunto" radica en que en Latín no existe el artículo definido y que se puede legítimamente traducir tanto "el artista " como " un artista ". Igual sucede con la palabra depingere, que significa no sólo "pintar", sino que también significa "copiar":
a.- "....descubrió el fraude y cómo dicha sábana había sido astutamente pintada, la verdad era atestiguada por el artista que la pintó, es decir que era una obra debida al talento de un hombre, y no milagrosamente forjada u otorgada por gracia divina."
b.- "....vino a descubrir el fraude y cómo esta famosa sábana había sido pintada por un procedimiento artístico; lo que es más, fue probado, gracias a un artista que la había reproducido, que había sido hecho mano de hombre, y no confeccionada o concedida milagrosamente."

De las dos razones que se esgrimen en el memorandum para desautorizar la reliquia, la primera razón es teológica ( no la mencionan los evangelios) y la segunda razón la existencia de un artista falsificador cuya identidad no se menciona. En el caso de que el obispo Henri de Poitiers hubiera conocido la identidad del falsificador la razón teológica hubiera sido irrelevante por lo que parece más lógico aceptar la segunda traducción ( en el supuesto de "tragarse" la veracidad del documento).

En fin, el pomposamente llamado Memorandum D`Arcis, Dogma de Fe para los Escépticos, no es sino el borrador de una carta de autor y fecha desconocidos, de traducción incierta en cuanto al tema de la reliquia, absolutamente contradictorio con los documentos históricos que sí están fechados y sí están firmados e incongruente con la "tabla de restar" que aprendemos en la tierna infancia si se fecha en 1389 ( fecha esta y no otra que necesitan obligadamente falsarios "oficiales" y falsarios "camuflados").
En tanto, los Escépticos, cargados del prejuicio que les impide razonar a este respecto, prestan el buen servicio de publicitar la necedad.